lunes, 19 de diciembre de 2022

 CAMARADA ÁRBOL


Exhausto en aquella tarde
enrarecida por el crudo invierno,
apresurado busqué refugio
en la espesura de un bosque.

Me derrumbé al pié de un fornido
viejo árbol de ramas extendidas
que como brazos fraternos,
me hicieron sentir amparado.

Sus resecas hojas en el suelo,
fueron el cobijo de mi anfitrión
y me sentí con vida a sus pies
respirando el aroma de la tierra.

Al verme protegido por el árbol
el viento se calmó súbitamente,
solidario contra el frío glacial
que penetraba mis huesos.

De pronto, los pájaros del bosque
huyeron llevándose consigo
la memoria del frondoso bosque
que estoico resistía al "progreso".

Los ruiseñores pusieron a salvo
el poema inspirado por el árbol,
perseguido con furia por espias
estipendiados por el capital.

La noche más noche
se asomó extrañamente,
vaciada de Luna y estrellas,
quiso engullirme y tuve miedo.

La pavorosa sombra del tanatos
me rosó raspando mi yugular,
munida con su filosa guadaña,
me estremeció y martirizó.

Estaba rodeado, sin escapatoria,
como un niño angustiado,
me abracé con desesperación
del desfalleciente árbol.

Mis manos al tocar su espalda
sintieron que tenía una herida
muy profunda y sangrante.
También estaba acorralado.

Fue la guadaña del humano
(la motosierra del civilizado)
a nombre del progreso...
¡Cielos! hermano árbol,
también eres mi camarada.


(Carlos Rafael)

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