Otros se apagaron súbitamente,
prefirieron la muerte con
dignidad
que nunca les llega;
o quizá, ignoran
que ya murieron hace
tiempo,
aun estando en la vida.
Otros, sencillamente
abjuraron de su pasada
condición
de hombres nuevos.
¡Qué cobardía más espantosa!
Nosotros militantes de la
vida,
del amor, la sonrisa y la
primavera,
continuamos en el
irrenunciable
camino de la luminosa
utopía,
aunque asome la sombra de
la muerte.
En el mejor y en el peor
momento
de nuestras vidas,
resolvimos conscientemente
abrazar la todopoderosa
ideología
de los trabajadores: la más
invencible.
¡Ni un paso atrás!
Los amargados, mojigatos,
genuflexos, hipócritas,
rajados,
oportunistas y tránsfugas
que se ceban de la función pública,
desde su espuria comodidad
nos reprochen por no
haberlos seguido.
Se ufanan por su
"grandisima" proeza,
por su salto al otro lado
de la colina
para degustar de un
mendrugo del poder
de quienes nos oprimen.
¡Arriaron la bandera de los
pobres!
Pero, aunque no lo admitan,
nos tienen miedo,
nos lanzan sus peores
infamias.
¡Inquisidores conspicuos
del viejo orden!
Y nosotros, los
"eternos conspiradores",
limpios como agua
cristalina del manantial,
aromados por la primavera
eterna,
y con la sonrisa esperanzadora
de un niño,
volveremos en oleadas y
oleadas de masas
para echar abajo el
repugnante viejo orden.
Somos los hombres nuevos
que avizoramos el horizonte
rojo
de las masas insurrectas que
barrerán
con el repugnante viejo
orden
de la opresión, la
explotación y la injusticia.
.
Eso sí, estamos convencidos
que al final,
llegará la liberadora luz
resplandeciente
de las masas armadas de la
fuerza material
de su todopoderosa teoría,
los verdaderos titulares de
la ruptura
y sepultureros de la vieja
sociedad decadente
degenerada y descompuesta.
A pesar de los recodos y vicisitudes
de la brega
Nuestro horizonte es ineluctable.
¡Triunfaremos!
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