El Cóndor Jipiña, al pie de él, fue donde redactaba mi primer discurso que, en representación de los estudiantes de secundaria, lo leería en el acto público de inauguración del XVI Congreso de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) el primero de mayo de 1976 en la plaza del Minero del Distrito de Corocoro.
Muy temprano de ese día, junto al cc. Adrián Ramírez, del Colegio Fabril 18 de mayo de la ciudad de La Paz, también delegado por los estudiantes de secundaria, nos trasladamos al pie del Condor Ipiña de Corocoro, donde redactaríamos mi discurso. Repentinamente, un dirigente trotskista de secundaria de Siglo XX (de apellido Lora) acompañado de otros compañeros estudiantes muy resueltos, acudió al lugar para reprocharnos enérgicamente por nuestro proceder. Se había enterado que leería mi discurso, me dijo con vehemencia: "... nosotros los revolucionarios no leemos discursos...discursamos sin leer, sólo los gorilas leen discursos". Y así fue que acepté una crítica revolucionaria, siendo que mi primer discurso ante la concentración de los congresales y trabajadores de aquel día, fue sin leer. Este episodio que jamás olvido, marcó mi vida profundamente. De ahí que, sigo al pie de la letra aquel consejo muy importante para mí, tal es así que años después en la universidad, dictaría mis clases a viva voz, sin leer libros o apuntes ante los estudiantes (chanchullos).
De esa manera, el Cóndor Jipiña de Corocoro, fue mi testigo. Entonces, gobernaba el país, el Cnel. Hugo Banzer Suárez, quién había cancelado las libertades democrático político sindicales después del sangriento golpe militar de agosto de 1971.

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