Hoy, después de superar un resfriado intenso con recaída incluida, salí del cuartel de invierno de mi sótano, no sin antes abrigarme debidamente, para servirme, junto a mi colega, unas exquisitas truchas en un restaurante ubicado en la calle Linares entre la calle Rodríguez. Les confieso que no pude evitar mirar nostálgicamente aquella vetusta casona que, antaño, funcionaba el Këllas (a media cuadra del Averno), donde frecuentamos los jueves y viernes, algunos universitarios y empleados públicos.
Recordé a mis amigos Víctor Hugo Vizcarra (el escritor) + y Huáscar Mendoza (Huascacho) +, con quienes "resolvíamos los grandes problemas del país y del mundo", en momentos de nuestra lucidéz mental extraordinaria bajo el efecto de los "infames misiles" y etcétera.
Recordé que un sábado, antes de que salga el sol (después de una amanecida), un ex Mayor de la Policía, a quién le agradaban nuestras "discusiones teóricas", nos invitó a continuar con el consumo de bebidas alcohólicas, nada menos que en su Departamento ubicado en la calle Isaac Tamaño, y así fue. Entre nosotros, desde el bar, se había incorporado un guitarrista universitario, quién interpretaba y cantaba canciones de Pablo Milanés, de Nilo Soruco, Savia Nueva, etcétera. El ex policía, un hombre muy culto, comulgó con nuestras ideas y pensamientos. Además, en señal de su sincera fraternidad con nosotros, ejemplarmente, nos ascendió de simples bebedores de "infames misiles" a bebedores de "San Pedro de Oro" (hoy, un singani extinto). En verdad tenía acumulado en su bar privado, una variedad de licores finos.
Nostalgias, eso fue lo que me dió.
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