sábado, 26 de agosto de 2023

LA SOMBRA ÍNTIMA

Quiero explicar

al mundo por mi muerte, 

Por mi sencilla muerte

Pero muerte, 

Como pájaro sin vuelo.

Yo recorrí la herida pulsando una guitarra,

Para atajar la sangre

Que viste a nuestros niños.

Quise llover mi grito

En la mordaza de los hombres,

Para crecer fusiles 

En el hambre legislada.

Mi corazon golpeó todas las puertas.

Él se instaló en la alcoba

Que esconde 

En su penumbra

Puñados de jornal

Zurciendo harapos en las noches.

Amaneció en las calles

Con el último gemido

De esos espectros mudos

Que amasarán su pan

Barriendo una esperanza.

Mi corazón hallo su nombre

En ese terco

Sudor de socavones

Engrillados a la muerte.

andó del brazó

Con muchachas

Que no aprendieron nunca

La risa ni el zapato.

Pero está bíen,

No pongan esas caras.

Sé que no importa mucho

Mi paso por las cosas.

No hay más que abrir

Las puertas de la vida, 

Para enterrar sin llanto

El despojo de los sueños,

Para enfermar los ojos

Con toda esa miseria

Que nos pudre.

Quise decir tan sólo que estoy muerto,

Mas no de haber andado

Las piedras de mi ruta,

no con la bala al pecho

-parida en los cuarteles-

sino en la mano pétrea

del falso amigo,

del capatáz

geométrico

insensible,

que quiso herrar el pecho

y disecar  fusiles en un texto,

para logara, amigos,

cuadricular el corazón

a salivazos.

Esa es la historia.

Mi corazón no pudo con la mierda,

se rebeló por todos sus costados

y se murió 

con su universo de canciones.

(Arsenio Maita)


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