Tenía fragancia de la primavera
la sonrisa naciente del alma,
la piel bronceada en la cordillera
donde brama el viento sin calma.
Su gente, su pueblo es su horizonte,
donde el puma y el cóndor conspiran
cimiento de núcleo proletarizante
y de masas del campo que se alzan.
Guerrera briosa y gran escudera
de columnas que bregan resueltas,
belleza valiente y gran guerrillera
con las botas de guerra bien puestas.
Las águilas negras te martirizaron,
no pudieron quebrar tu firmeza,
jamás te rendiste y te asesinaron.
Los verdugos no entienden tu proeza.
La flores del prado fueron mutilados,
los sabuesos creyeron que has muerto,
no saben que tú, pronto has retoñado.
El sendero de lucha, es cierto.
Carlos Rafael